domingo, 5 de agosto de 2012

El beso del asesino (Killer’s Kiss - 1955)



Un corto e intenso relato noir.

Stanley Kubrick  no solo se nos presenta como el director de este filme sino como guionista, camarógrafo, editor y productor. Este, su segundo trabajo cinematográfico, nos demuestra porque se convertiría a lo largo de su carrera en uno de los mejores directores de cine de la historia.
En esta ocasión estamos frente a un relato de amor entre un experimentado y adulto boxeador que está pensando en el retiro y una joven bailarina de un salón de baile, típicos clubs de la época de los cincuenta donde los hombres acudían a bailar con jóvenes señoritas y pagan por bailar uno o varios temas y por servicios de prostitución. Detrás de ellos, un inescrupuloso mafioso con aire latino, dueño del lugar, los atormenta.


La película comienza con el protagonista, interpretado por el actor Jimie Smith, relatando la historia desde el hall de una estación de tren, así nos enteramos como se inicio en el boxeo, de donde proviene y como vive. Todos los días, discretamente, observa a su vecina, la actriz Irene Kane,  desde la ventana de su departamento. Ambos viven de forma casi miserable esperando que un golpe de suerte cambie sus vidas. Un día, luego de un combate en el cuadrilátero que se convirtió en paliza, estando durmiendo, escucha ruidos y debe intervenir para salvarla de las manos de su jefe, el actor Frank Silvera. Así, fortuitamente es como se conocen, se enamoran y en solo dos días deciden irse de la ciudad, algo que el enamorado dueño del salón de baile no iba a permitir tan fácilmente. De esta manera se desencadenan los hechos de violencia que llevaran a actuar al protagonista de una forma que nunca lo hubiese imaginado.


Para poder contar este relato, que tiene todo el tinte de una película independiente y de bajo presupuesto (las escenas se dan en lugares públicos, no hay demasiados trajes ni puestas en escena) aunque de calidad inigualable, el director se basa en dos aspectos técnicos importantes, uno, el blanco y negro con el que filma la película. Sabiamente utilizada, la iluminación le sirve para dotar a las escenas de la intensidad, el suspenso y el dramatismo necesario. Del otro debemos referirnos un poco más en detalle debido a que el filme cuenta con muy poco dialogo, la mayor parte es un relato, esto lleva a que tanto los sonidos ambientes como la música sean elementos claves. Siempre escucharemos de fondo una bonita banda sonora de jazz pero en las secuencias mas fuertes nos arrollara una potente música caribeña, recordándonos al inescrupuloso jefe. También nos encontraremos con los bulliciosos ruidos de las ciudades donde se desarrolla la trama, Brooklyn y Nueva York, perfectamente acomodados.

En definitiva, podemos decir que a la historia le falta desarrollo ya que todo se resuelve rápidamente y de forma previsible, que tiene poco dialogo, que la edición parece poco profesional, que además se hace evidente la falta de presupuesto de una productora joven, pero estamos obligados a reconocer que es una realización inteligente, bien estructurada y donde se luce claramente que el realizar no es ningún improvisado.

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