Un viaje puede cambiarlo todo
La extraña pasajera (Now, voyager, Estados Unidos / 1942) Dirección: Irving Rapper. Con Bette Davis, Paul Heinreid, Claude Rains, Gladys Cooper, Bonita Granville, John Loder, Mary Wickes. Guión: Casey Robinson. Fotografia: Sol Polito. Edición: Warren Low. Diseño de Producción: Robert Haas. Duración: 117 min.
La adaptación de la novela de Olive Higgins Prouty, nos sitúa en el
seno de una tradicional, conservadora, adinerada y orgullosa familia de
Boston integrada por una madre (Gladys Cooper) y su hija Charlotte
(Bette Davis).
Lo primero que nos llama la atención es que la dueña de casa (la madre de Charlotte) también
es la dueña de la vida de las personas que ahí habitan. Maneja todo con
mano de hierro y no siente piedad ni por el personal doméstico ni por su
hija menor, Charlotte.
Conservadora a ultranza, esconde un resentimiento contra ella, la no deseada, que no disimula y aparece en el trato diario. Esta actitud hace que la vida de su hija se convierta en un calvario, vive sola recluida en su habitación, pasa los días ocultando sus deseos más profundos, viviendo en la ilegalidad de sus propios pensamientos.
En su biblioteca esconde libros censurados por su
madre así como, en el cajón de su escritorio, guarda los cigarrillos que
forman su vicio más íntimo. No es coqueta, esta excedida de peso, usa
gruesos anteojos, todo su aspecto es antiguo, está convencida que su
papel es el de tía solterona y lo cumplirá hasta morir.
Bette Davis como Charlotte |
Pero ocurre algo que cambiara su vida, su cuñada trae a la casa al Dr. Jaquith (Claude Rains), eminente psicólogo de Nueva York, para que la ayude. Ella permitirá que él ingrese en sus más oscuros secretos, lo llevará a su habitación, le contará como un día, en su juventud, viajando en barco se enamoro del oficial de comunicaciones y como su castradora madre impidió que sea feliz. Todo esto hará que el doctor recomiende la internación de Charlotte en su clínica privada, un lugar de descanso donde tendrá la oportunidad de separarse, por un tiempo, del viciado entorno.
Luego de algunos meses en terapia, el Dr. Jaquith arregla que
emprenda un viaje en crucero hacia Brasil. En el barco, conoce al que
sería su amante, Jerry Durrance (Paul Heinreid), al que se le presentará
como una misteriosa y mentirosa dama pero que al final del viaje
conocerá íntimamente.
Él también carga con un íntimo secreto, un
frustrado matrimonio por gratitud y dos hijas, una de las cuales, Tina,
con solo 12 años, tiene los mismos problemas que Charlotte tuvo con su
madre.
Introvertida e intrigante |
Con el viaje llegando a su fin, al despedirse, los amantes juran no
volverse a ver, ella de ninguna manera destruiría la familia de Jerry,
todo lo vivido en esa travesía quedara como un bello recuerdo.
Pero
algo había cambiado, Charlotte regresa al puerto de Nueva York como una
mujer de mundo, desprejuiciada, moderna, la terapia dio resultado, había
renacido, pero la mayor prueba que debía enfrentar aún no se cumplía,
volver a ver a su madre.
Ya en Boston, se produce el encuentro y para su madre nada había
cambiado, trata a Charlotte en forma imperativa como lo hizo toda su
vida pero su hija ya no era la de antes y no permitiría que la avasalle
nuevamente.
Con su nueva vida por delante, se relaciona con un acaudalado miembro de una de las familias más importantes de la ciudad al que no ama pero luego de un encuentro casual con Jerry rompe su compromiso.
La decisión que acababa de tomar, sumada a su rebeldía,
traeran consecuencias devastadoras que harán que se recluya
nuevamente en la clínica del Dr. Jaquith donde casualmente se encontrara
con Tina, una niña que adoptará y se llevara a vivir con ella. Finalmente, de
regreso en Boston, su vida cambia para siempre.
Bette Davis junto a Paul Henried |
El relato de amor entre Charlotte y Jerry es manejado por Rapper de
una manera inteligente tanto en la presentación de los personajes como
en la puesta en escena. Nos muestra la historia del patito feo de forma
inusual y atrevida para la época, lo hace desde el sufrimiento de una
mujer acosada por su tiránica madre que la trata con egoísmo y que
pretende gratitud eterna por darle la vida. Con un simétrico lenguaje
cinematográfico nos introduce en la vida de la protagonista y con
permanentes fundidos nos invita a recorrer sus recuerdos.
Nos lleva en un viaje hacia el pasado, la primera experiencia
amorosa, un viaje hacia el presente, el cambio, un viaje hacia el
futuro, el renacer; con el doctor actuando como rector, como vos de la
conciencia, como responsable del quiebre.
Nos presenta un cambio, no del blanco al negro sino gradual, maneja la transición en forma metódica, pasando por todos los grises, nos presenta a una mujer tímida, encerrada en sí misma, silenciosa, histérica, introvertida, pasada de moda, acosada por su madre dominante para pasar al nacimiento al nacimiento de una mujer serena, elegante, desprejuiciada, moderna pero timida oculta debajo del ala de su sombrero.
Al igual que una crisálida sale de su capullo para convertirse
en mariposa, así muestra el cambio de actitud ante la vida de esta
valiente mujer, asumiendo las consecuencias.
No solo estamos ante una historia de amor-odio entre madre e hija y
la superación del conflicto ¿A qué me refiero con esto? Es también el
relato de una relación prohibida, censurada abiertamente por la sociedad
de la época. El director trata esta situación con sumo cuidado a través
de las imágenes, el guión, cuidadosamente redactado, trata de no
internarse en lugares inapropiados.
Charlotte junto al lecho de su impiadosa madre |
Podemos encontrar en algunas secuencias bajadas de línea, seguramente para complacer a los censores, como cuando la protagonista llega por primera vez a su casa y piensa en lo que le dijo el Dr. Jaquith ”recuerda que honrar a los padres es una buena idea. Será un shock para ella. Te aconsejo que lo suavices. Dale tiempo. Recuerda que es tu madre, pese a lo que haya hecho” ¿Notable, verdad? Consejo impensable de encontrar en nuestros días con un trato madre-hija como este, pero hay otros aspectos que tornan la actitud de Charlotte revolucionaria, “No tengo miedo” dice, y se lo repite a sí misma para darse coraje, “No tengo miedo, Madre” o “El Dr. Jaquith dice que a veces la tiranía es la expresión del instinto materno, si ese es el amor de una madre, yo no quiero ser parte de el. Yo no quise nacer ¡Ni tu tampoco quisiste, fue una calamidad para ambas!”
Viendo este filme, solo puedo reflexionar en el sufrimiento al que se somete a una mujer inocente acosada por los prejuicios de una madre a la que no le interesa dar amor sino dominar, someter a su ser más querido sin piedad para cumplir con sus egoístas objetivos, pero también, me permite pensar como en situaciones emocionalmente tan extremas, luchando, se puede salir adelante y ser feliz.
Sin duda, un relato que nos presenta un tema tan delicado como el que acabamos de recorrer, producido de una forma tan prolija, elaborado de forma tan meticulosa y sin fisuras, merece que le prestemos toda nuestra atención.
Puntaje: 9
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