Una comedia no tan negra
Dr. Insolito (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, Inglaterra / 1964). Productora: Columbia Pictures Corporation y Hawk Films. Direccion: Stanley Kubrik. Duración: 95 min.
Stanley Kubrik no quiso quedarse ajeno al conflicto que se enmarco en lo que conocemos bajo el nombre de “GUERRA FRÍA” y quiso opinar al respecto.
Como lo hizo, eligió, para llevar a la pantalla, la famosa novela “Red Alert” que adapto junto a su autor, Peter George. Además sumo al proyecto a Terry Southern, quien más tarde adaptaría el guión de Barbarella (1968) y escribiría Easy Rider (1969). Junto con ellos encontramos a Gilbert Taylor en la dirección fotográfica, Laurie Johnson en la producción musical, Anthony Hervy en la edición, Ken Adam en el diseño de producción y Peter Murton como director artístico.
Para
formar el elenco selecciono al actor Peter Sellers, que interpreta al
capitán Lionel Mandrake, oficial de intercambio británico, a Merkin
Muffey, presidente de los Estados Unidos y al Dr. Stranglove, científico
nazi reclutado como asesor después de la segunda guerra mundial.
También convoco a George C. Scott para el papel del general de la
fuerza área ‘Buck’ Turgidson, a Sterling Hayden, al que Kubrik ya había
dirigido en The Killing, como el lunático Brigadier General Jack Ripper y
a Slim Pickens como el mayor de la fuerza aérea ‘King’ Kong entre
otros.
La película
comienza con una sugestiva imagen de un bombardero B52, avión utilizado
para formar los escuadrones aéreos portadores de las mortíferas bombas
nucleares, cargando combustible en el aire mientras se escucha una
romántica canción que hace parecer a estos aparatos, no como asesinos
voladores sino como una pareja de enamorados. Toda una ironía puesta de
manifiesto desde el principio.
El Cap. Lionel Mandrake (Sellers) junto al general Jack Ripper (Hayden) |
Continúa
con un alienado general Ripper que decide, por su cuenta, comenzar un
holocausto ordenando a sus escuadrones aéreos bombardear los objetivos
en territorio soviético para luego aislar su base ante un eventual
contraataque, con un capitán Mandrake que busca convencerlo de que todo
es una locura y que debe hacer regresar inmediatamente a las formaciones
a riesgo de ser penado por insubordinación.
Mientras
tanto, en el Pentágono, un vehemente anticomunista y clerical general
Turdidson, encargado de todo el plan de defensa, se reúne con el
presidente y todo el gabinete en la sala de guerra para evaluar la
situación. El contrapunto entre Scott y Sellers durante toda la reunión
satiriza de forma extraordinaria los encontrados puntos de vista entre
el militar y el político.
Además,
entre los asistentes se encuentra el embajador ruso (el enemigo), que a
pedido del presidente, se ha unido a los demás integrantes del grupo
para ayudarlo a convencer al premier ruso que todo lo ocurrido es una
falla en los procedimientos y que no existe ninguna intención de
comenzar una guerra que aniquilaría a toda la humanidad y produciría la
activación de la “máquina del fin del mundo”, diabólico aparato que se
activaría automáticamente en caso de un ataque produciendo detonaciones
nucleares masivas.
Debemos
detenernos en este punto y destacar las conversaciones que llevan a
cabo ambos mandatarios, es quizás uno de los momentos más encumbrados en
lo que al guión se refiere y que hace de esta película una de las
mejores comedias del genero.
Por otro lado, también se muestra cual es la situación en el bombardero B52 al mando del mayor Kong, como se desenvuelve la tripulación ante la solicitud de ataque y las reacciones que esto provoca, siempre obedeciendo ciegamente las órdenes impartidas sin ningún tipo de cuestionamiento y lo ridículo que esto resulta.
Finalmente,
el resultado de las negociaciones no es el esperado y todos terminan
obedeciendo los consejos del Dr. Strangelove, un trasnochado nazi,
herido de guerra a quien sus prótesis le juegan hilarantes malas
pasadas.
Para la
llevar adelante el proyecto, el director retorna a sus raíces eligiendo
el blanco y negro, recordemos que ya había utilizado el color en
Espartaco. Además, se vale de los recursos del plano contrapicado para
mostrar a los delirantes militares en sus arengas apocalípticas mientras
que mantiene la cámara en planos medios cuando de civiles se trata.
También, para imprimir mayor veracidad al relato, el ataque a la base
aérea del general Ripper es filmado con técnicas documentales que, al
verlas, nos recuerdan los viejos noticieros cinematográficos de la
época, mientras que para el salón de guerra las secuencias se
representan con amplios planos generales que muestran los inmensos mapas
donde observamos el desplazamiento de las unidades de guerra.
Algo
importante que me gustaría destacar es el poco uso del recurso musical
debido a lo extenso del guión. La banda de sonido son solo tres temas,
uno que se interpreta mientras vemos los títulos de presentación, otro
cuando estamos en el avión del mayor Kong, un marcha militar que suena
con mayor o menor intensidad dependiendo de las situaciones y el
tercero, al final de la película, una romántica melodía que sirve como
marco para una decenas de explosiones nucleares audio rítmicas.
Pero no todo es perfecto, uno de los pocos puntos reprochables es la baja calidad de los efectos especiales, no son muchos, en realidad solo uno, el B52. Es muy mala la representación del avión en vuelo tomado desde el exterior pero dado el carácter irreverente de la producción podríamos permitirnos pensar que está hecho a propósito.
Es
elocuente que, si bien todo se presenta como una comedia negra debido a
las situaciones totalmente disparatadas, los personajes grotescos y un
guion perfectamente adaptado, subyace una crítica feroz y despiadada a
todo lo que represento esa época, principalmente, como se dejaba en
manos de algunos hombres decisiones trascendentales que, ante la menor
falta de criterio, juicio y sentido común podían llevarnos a desaparecer
de la faz de la tierra.
En
definitiva, una película sobre acontecimientos históricos, que mediante
la ironía, el sentido del humor, el ridículo y el absurdo nos hace
reflexionar sobre hechos del pasado que no deberíamos repetir en el
futuro.
Puntaje: 9
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