De la ambición a la venganza
Quiero la cabeza de Alfredo Garcia (Bring Me the Head of Alfredo Garcia, EE. UU. / 1974) Dirección: Sam Peckinpah. Con Warren Outes, Isela Vega, Robert Webber, Gig Young, Emilio Fernández, Kris Kristofferson. Historia: Frank Kowalski y San Peckimpah. Guión: San Peckinpah y Gordon T. Dawson. Fotografia: Alex Phillips Jr.. Edición: Dennis Dolan, Sergio Ortega y Robbe Roberts. Música original: Jerry Fielding. Dirección de arte: Agustín Ituarte. Productor: Martín Baum. Duración: 112 min.
Si tenemos que
hablar de violencia en el cine sin duda vamos a mencionar a Sam Peckinpah, a lo largo de su filmografía lo ha
demostrado con películas como Grupo Salvaje (The Wild Bunch ), Los Perros de Paja (Straw Dogs), La Huida (The Gateway) entre otras.
Siempre se
caracterizo por tratar en sus películas relatos violentos pero no a la ligera,
al contrario, lo hizo de forma inteligente. Detrás de la narración agresiva, coexisten
personajes atormentados, sufridos, donde las circunstancias en la que participan los llevan a emprender el camino de la ilegalidad y la agitación.
En el caso de Quiero la cabeza de Alfredo García, la
historia se situa en el seno de una familia ranchera adinerada de algún
lugar de Sudamérica pero de apariencia mexicana debido a que los filmes de
los años 70 cuando debían retratar la región sur de América utilizaban como
locación a México, por cercanía y economía.
Ahí nos encontramos con Teresa, hija adolecente del clan deshonrada por un
sinvergüenza playboy mexicano llamado Alfredo García y por el cual su padre, el Jefe, ofrecerá un millón de dólares a quien le presente su cabeza.
La propuesta
moviliza a caza recompensas de todo el mundo, en especial, un grupo de hombres
(aparentemente miembros de la mafia norteamericana) que se abocan a la tarea de
cumplir con la venganza del hacendado. En su búsqueda contratan a un cantinero
(Warren Outs) en un pueblo mexicano para que se encargue de hacer el trabajo a
cambio de una pequeña parte de la recompensa.
Sin perder
tiempo, Bennie, el cantinero, comienza a averiguar por el paradero de Alfredo,
se dirige a un burdel que este frecuentaba cuando se encontraba en la ciudad
para hablar con su prostituta favorita Elita (Isela Vega) y obtener algo de
información. Sin conseguirlo, abatido, decide emborracharse antes de irse a
dormir pero, sorpresivamente, recibe la vista de Elita. Para el
día siguiente ya sabe lo que ocurrió, Alfredo había muerto en un accidente de
auto y si Bennie queria su recompensa debía ir a decapitar el cadáver al
pueblo donde se encontraba enterrado.
Junto a Elita, convertida en su amante, cegado por la ambición y sin escuchar las recomdaciones de esta para dejar de lado el trabajo, emprende el viaje con la esperanza de obtener el botín que le permitirá concretar todos sus suños. Al llegar a destino, se
prepara para hacer su trabajo pero las cosas no resultan como lo esperaba,
emboscado, despierta semienterrado en la tumba del playboy junto a su amante ya
sin vida.
Arrepentido de
haber hecho caso amiso a las recomendaciones de Elita, su furia hace que
emprenda un violento raid en busca de los asesinos para recuperar lo que había
ido a buscar. Ya con su putrefacto botín y convencido, solo como excusa, de
poder ganar mucho más dinero del que le ofrecían parte hacia Sudamérica donde
buscara venganza.
Peckinpah, como
nos tiene acostumbrando, toma a un ciudadano común, sin pretensiones, cantinero
en un lejano pueblo de México y lo convierte en el antihéroe perfecto. Un borrachín
sin ambiciones que pasa de la codicia más avara a la venganza más romántica.
Estéticamente, nos lleva por todas las texturas, desde las lujosas locaciones
del DF a los pueblos y aldeas más miserables del interior, los contrastes más
brutales pasan por el lente de su cámara. No fotografía solo violencia, muestra
un personaje vulnerable, enamorado, celoso que se transforma ante la pérdida y
decide arremeter contra aquellos que lo despojaron.
Técnicamente, el
director se vale de la cámara lenta para las escenas de acción, recurso muy
utilizado en el cine de esa época cuando, visualmente, querían
imprimir de acción extrema a la secuencias.
Perfectamente, podríamos decir que la
película es una alegoría al western clásico, encontramos todos los
ingredientes, el ingenuo, los malos, la chica de dudosa reputación enamorada,
los largos viajes, los pueblos polvorientos, las armas junto a la dosis de
violencia más descarnada, realista, a veces hasta exagerada con muertos por
doquier del moderno cine de acción.
Sin embargo, se hace notoria la diferencia en el
ritmo narrativo, con una primera hora aletargada y monótona para conocer la
historia y los personajes acompañada de algunas acciones inconexas e
inconsistentes (porque en su búsqueda los caza recompensas dan con el
cantinero), para pasar (en el momento adecuado) a una segunda parte donde se
aceleran las acciones en una notoria prosecución del objetivo.
Tal vez no sea el mejor producto de este realizador
pero nos permite conocer como trabaja, al igual que cuando
obtenemos, por primera vez, el registro de conducir y tenemos que salir a
comprar nuestro primer automóvil, si nunca viste una película de Sam Pekinpah,
esta puede ser la primera.
Esta obra de Claudio A. Borrello está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sientete libre de comentar la entrada, con educación y respeto. Gracias.