Jodaeiye Nader as Simin (Nader y Simin, una separación - Irán / 2011) Dirección: Asghar Farhadi. Con Lila Hatami, Peyman Moadi, Sareh Bayat, Shahab Hosseini, Sarina Farhad, Ali-Asghar Shahbazi. Guión: Asghar Farhadi. Fotografia: Mahmound Kalari. Edición: Hayedeh Safiyari. Duración: 123 min.
Cuando decidí ver la película iraní ganadora de la
Berlinale 2011, pensé en encontrarme con otro filme de autor, de lento relato y
muy psicológico, pero vaya sorpresa que me he llevado.
“Nader y Simin, una separación”, es una historia contemporánea,
movilizadora, nos muestra que los problemas de familia son universales solo matizados
por el tipo de sociedad en donde aparecen.
La película comienza en los tribunales donde la pareja
discute el motivo de su divorcio, Simin (interpretada por Leila Hatami) desea viajar
al exterior donde vive parte de su familia, ha luchado 18 meses para conseguir la
visa, está resuelta a dejar atrás la cruda realidad de vivir en un país sin
libertad y proveer mejores oportunidades a su única hija pero Nader
(interpretado por Peyman Moadi) no quiere irse del país y por lo tanto su hija
tampoco lo hará, esto la pone en una encrucijada difícil de resolver pues está
determinada a dejar Irán junto a su hija.
Pero las verdaderas razones de Nader para no dejar Irán son
que no quiere dejar a su padre enfermo de Alzheimer al que diariamente debe
cuidar, además de la esperanza de que políticamente, la cosa vaya a cambiar.
La situación lo fuerza a buscar una persona que se
encargue de cuidar a su padre. Contrata a Razieh (interpretada por la actriz
Sareh Bayat) que, embaraza y con su pequeña hija a cuestas, se encargará de la
tarea. Sumamente religiosa y agobiada por los problemas de su marido, esta
mujer hace todo lo humanamente posible para cumplir con su tarea pero un día se
descuida y deja que el padre de Nader salga de la casa, entonces, desesperada, comienza
su búsqueda.
Al otro día cuando Nader y su hija Termeh, que vive con
él, regresan a su casa, encuentran al viejo solo, casi moribundo en el piso de
su habitación atado a la cama. Semejante situación lo enfurece pero no
encuentra a Razieh. Minutos más tarde, esta regresa luego de visitar al
ginecólogo preocupada por algunos dolores que había tenido la noche anterior.
Enfrentando al dueño de la casa no da explicaciones de lo
ocurrido, entonces, Nader decide echarla a empellones de la casa, una decisión
poco feliz que le traería muchas dificultades debido a la pérdida del embarazo
de Razieh.
Todo termina con una reyerta en los tribunales, el marido
de la empleada acusa a Nader del homicidio de su hijo no nato. Lo que este no
conoce es que su esposa le había mentido y que la pérdida del embarazo no fue a
causa de los empujones que recibió el día que la despidieron sino por un
accidente automovilístico sufrido cuando salió en busca del padre de Nader.
Finalmente, el relato regresa al lugar donde había
comenzado, el juez interrogando a la pareja acerca del divorcio.
Asghar Farhadi, resuelve inteligentemente este drama
acerca de la separación de una pareja en la Irán contemporánea, filmando un
producto moderno como lo podemos encontrar en Europa o los Estados Unidos.
Mantiene el drama con secuencias cortas y dinámicas, crea
la atmosfera perfecta donde desarrollar el conflicto, no solo del divorcio,
sino también del resto de los problemas por los que pasa la pareja, el cuidado
de su hija, el cuidado de un padre enfermo, la diferencia de clases (el
problema con su empleada), las desigualdades de género, la mentira por
conveniencia para no ir a la cárcel, el error en la toma de algunas decisiones
en casos extremos, todo lo que actualmente sufren las sociedades modernas y de
la que la iraní no esta exenta.
Como manifesté al comienzo de esta crítica, reveladora
película no solo por su temática (proviniendo del país de donde procede) sino
por su producción, técnicamente se encuentra a la altura de las grandes
producciones independientes de países líderes en la materia.
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